Desde niña me he sentido atraída por toda la historia ancestral, por los indígenas y su conexión con la plantas, por las culturas que existieron antes de nosotros y que tenían una información que aun en nuestro tiempo desconocemos, o para la cual no encontramos explicación.
¿Quieres conocer qué se siente cuando tomas Yagé? ¿Es en verdad una ceremonia para conectar con algo desconocido?
Había escuchado que tomar Yagé, era una forma de enfrentarse a sus propios miedos y de tan solo pensar en eso, ya me daba miedo.
Un día después de tanto estrés del trabajo de la semana, alguien me escribió invitándome a una toma de Yagé en Choachí, un municipio de Cundinamarca, Colombia y que esta ceremonia sería guiada por un taita que venía del Putumayo. Cuando recibí ese mensaje, sentí que debía ir. Había llegado el momento; así que le confirmé y además invité a una prima a quien llamaré: la flor y a un amigo a quien llamaré: el águila; para que se unieran a esta aventura. Unas horas más tarde, la flor, el águila y yo, estábamos cruzando los cerros bogotanos, rumbo a Choachí.
Llegamos al lugar de la ceremonia, una finca con un espacio verde muy amplio y con una fogata con bancas y piedras alrededor para que las personas se sentaran allí. Lo primero que hicimos fue armar nuestra carpa cerca al lugar de la ceremonia.
La hora se acercaba y el corazón se aceleraba.
El taita hizo su entrada triunfal.
Ya estábamos a la expectativa. No podía dejar de seguir cada uno de sus movimientos con mi mirada. Quería saber todo lo que estaba haciendo, era una forma de creer que tenía el control.
El taita dio inicio haciendo una introducción sobre la historia de esta ceremonia, de la preparación y componentes de la bebida con 2 plantas: la enredadera de ayahuasca y un arbusto llamado chacruna. Ya sabía que estas plantas contienen una sustancia alucinógena.
Además, el taita agregó: – Es cierto que el Yagé los llevará a enfrentarse con sus propios miedos, o con lo que deban sanar. Les va a mostrar lo que deben ver; así que tranquilos, sigan el camino, escuchen y sanen –
Inició la toma conmigo, así que caminé hacia él con el corazón ya acelerado, pero segura de que quería descubrir este nuevo mundo.
Tomé la totuma con ambas manos y empecé a beber. Sentía el sabor amargo y su textura un poco viscosa así que de inmediato lo pasé por mi garganta.
Ahora a esperar. – ¿Qué irá a pasar?, ¿Qué será lo que voy a ver? –, mi mente agitada me lanzaba preguntas todo el tiempo. Así que respiré profundo, levanté la mirada y me quedé viendo las estrellas.
Pasaron unos minutos y aun no sentía nada, entonces empecé a escuchar al águila que me llamaba con una voz un tanto desesperada: – Bibiiiii, Bibiiiiii – La flor y yo nos levantamos y fuimos a buscarlo. Estaba a tan solo unos metros y mientras caminábamos, la flor se reía y decía cosas raras; yo la miraba extrañada. Cuando llegué hasta donde el águila, vi que él estaba junto a un árbol al que intentaba trepar. Él sentía que era un animal de aire y quería despegar, quería volar.
– Y ¿por qué están ellos así, si yo fui la primera en tomar y yo no siento nada? – me pregunté.
Estábamos tal vez 20 personas sentadas alrededor de la fogata. Por un momento todo se quedó en completo silencio, ni un murmullo, ni una mosca volaba. La absoluta paz. Volvían mis preguntas mentales – ¿Así será esto? –
El taita se levantó despacio de su hamaca, tomó un tambor y unas maracas. Con el primer golpe del tambor; sentí una explosión con todos mis sentidos. La música se elevó, la escuchaba hasta dentro de mí. Miré al cielo y empezó a caer una lluvia de colores, eran millones de líneas fluorescentes. Aparecieron dibujos de animales, tribales, figuras indígenas; una estampida de formas que yo no sabía de dónde venían, pero que sabía que tenían un mensaje.
– WOW – Fue lo único que pude pensar porque ya no podía ni modular.
Mi pensamiento era rápido y mi cuerpo super lento. Era como si estuviera al mismo tiempo en otra dimensión en la que todo pasaba a toda velocidad; pero en la tierra solo pasaba 1 minuto. Quedé asombrada. Entonces, me acosté por completo sobre el pasto para ver el cielo y ahí empecé a escuchar los árboles respirar y a toda la vida que hay en cada centímetro de tierra, veía el pasto crecer frente a mis ojos formando laberintos y… ¡Claro!, ustedes estarán de acuerdo conmigo nuevamente: – es efecto de la sustancia alucinógena-.
De pronto escuché que una voz masculina me llamaba: – Bibiana ven – así que miré a mi alrededor y vi al taita parado a unos cuantos metros en frente y me estaba mirando fijamente. De nuevo la voz: – Bibiana ven – era la voz del taita, pero él no modulaba. Nuevamente pensé: – Uffff creo que estoy drogada -. Esta vez el taita me respondió: – No es efecto de una droga. Te estoy hablando y para que sepas que es real me voy a sentar y aquí te espero -. Era comunicación telepática. Inmediatamente vi que el taita se sentó en su hamaca.
-¿Queeeeeeé? ¿Cómooo? ¡Esto es real! – Mi mente y yo estábamos en shock y ya no sabíamos que responder.
En ese momento el águila empezó a gritar de nuevo: -Bibiiiii, auxilio, ayúdame. Bibiiiii ayúdame- yo miré al taita. No podía ni hablar, todos mis movimientos eran lentos, así que le hablé telepáticamente. ¡Si, telepáticamente!: – yo no le puedo ayudar, no soy capaz de moverme, ayúdale tú por favor-; el taita me respondió de la misma forma: – cierra tus ojos – así lo vas a ayudar. Cerré los ojos y aparecí en un lugar completamente blanco no había nada alrededor, ni un borde que dividiera arriba o abajo, nada; solo blanco.
Allí estaba el águila. Me acerqué, le puse mis manos sobre sus hombros y mientras lo recostaba sobre esa inmensidad blanca, le dije: – respira, tranquilo, aquí estoy contigo – Él se calmó y desapareció.
Entonces, una mujer me habló: – Ahora es el momento de tu sanación- Nunca vi quien era, solo sabía que estaba ahí al lado mío. Hizo exactamente lo mismo conmigo: me tomó de los hombros, me recostó en esa inmensidad blanca y de mi pecho salió un poliedro blanco de muchas caras que giraba suavemente.
La mujer empezó a hablar y los ángulos del poliedro se empezaron a abrir, dejando salir rayos de luz por cada uno de sus lados. Justo ahí, la mujer me dio la respuesta a la pregunta que me hice antes de hacer la toma de yagé. Mientras tanto la voz me repetía: -Recuerda, recuerda-.
Era como estar en 2 mundos a la vez. Volví a la realidad de Choachí y veía colores increíbles, pirámides de oro, laberintos, jeroglíficos, mariposas amarillas, burbujas de corazones rojos, colibríes, libélulas, hadas, tigres; una serie de animales fantásticos coloridos y llenos de luz. ¡Esto era increíble! Yo era una Alicia en el país de las maravillas. Yo era un avatar conectada al árbol sagrado.
En este viaje hacia dentro me enfrenté con dulzura a mis miedos, a mi ego, mi vanidad, a mis creencias. Me veía a mí misma desde afuera, como pasando por escenas de una película de mi vida, de mi actuar y ahí reconocí con gratitud y humildad todo lo que debía mejorar en mí y el yagé me lo mostró para hacer conciencia.
En este viaje, hace 7 años; vi pirámides de una forma única y aunque busqué nunca encontré nada igual. Ahora, estando en México recordé esa figura. Volvieron a mi esas palabras de: – recuerda, recuerda-.
Tal vez aquí debía estar, tal vez aquí descubra el significado de lo que vi hace unos años atrás, en otra dimensión. Tal vez 7 años después debía escribir esta historia.
¡Ya lo veremos, ya te contaré! Pero si te dejo una pregunta curiosa después de vivir y compartir con varias personas esta experiencia: ¿Si es solo un alucinógeno, por qué todos vemos un mundo tan parecido y coincidimos en visiones, en una dimensión llena de animales, indígenas, tribales, figuras ancestrales y nos sentimos uno con el universo entero?
Lo que sí es seguro es que el viaje es hacia dentro.
Todos somos uno. Somos parte de un todo y esa conexión con él todo, viene desde nuestro corazón.
Bi Higuera Viajera.
3 comentarios
Me encanto tu historia Bibi, siempre he tenido curiosidad por este tema.
Muy mágico lo que viviste y que che veré que lo compartas
Bibiana, sin duda es un viaje hacia adentro! Qué bella experiencia esa de sentirte conectada con el universo, con el Creador, con su criaturas y lograr sanación y armonía! Ojalá en algún momento consiga tener semejante experiencia y sanar tanto detalle conocido y también desconocido de mi historia, soltar lastres y vivir más «ligero de equipaje». Gracias por compartirla
Gracias José Ricardo. Un abrazo especial y ya te llegará el llamado y el momento. Me cuentas sobre tu experiencia.