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¿Alguna vez han cerrado sus ojos y  pedido con fe que les den una respuesta, o aunque sea una señal?
Pues yo sí. Y vaya que le tomó a Dios o al universo o cómo le quieran llamar; tan solo unos minutos para ponerme en jaque.

Estábamos celebrando el día de madre en familia y mi mamá pidió que fuéramos a Betania, una vereda cerca de Manizales, ya que allí se producían milagros a través del agua que corría desde una gruta de la Virgen María.

Cuando nos bajamos del carro, cerré mis ojos y dije: – sí requiero de un cambio este es el momento para recibir una respuesta o aunque sea una señal –  así empezó toda una historia de revelación.

Mi padre, mi hermana y yo en compañía de Lupe nuestra dulce labradora chocolate; avanzamos descendiendo por un camino entre el pasto verde, por una montaña frondosa hasta llegar al río; que por el Invierno de esos últimos días no sonaba sino que rugía. El agua venía a toda velocidad y golpeaba fuertemente contra las rocas confirmando que nadie debía acercarse.
La gruta de la Virgen se encontraba a la orilla del río y desde la tierra de la montaña brotaba el agua que bajaba suave por la gruta, como acariciándola y continuaba su camino hasta  finalmente unirse con el alborotado río.
Después de escuchar los testimonios de este lugar, decidí tomar una botella y acercarme a la fuente para llevar un poco. En cuanto me incliné escuché los gritos de mi hermana: – Lupe, Lupe, nooo- me levanté de inmediato y vi pasar frente a mí, entre la corriente del río a nuestra dulce chocolatina. En ese instante no pensé, solo reaccioné y di unos pasos para lanzarme al río detrás hasta que mi padre me gritó: – Bibiana nooo. Estas loca, te lanzas y también te mueres- en ese momento me detuve y Lupe y yo nos  seguimos con la mirada angustiada hasta que desapareció en una curva pronunciada entre el río y la montaña.

Yo no podía creer lo que acababa de ver, me sentí furiosa, así que me giré, tire el agua de la botella y dije en tono grosero y desafiante: – ¿a esto fue que vinimos?  Que rezar ni que nada. Me largo de aquí –

Entre el llanto y la adrenalina subimos de regreso y buscamos al agregado de la finca esperando nos dijera que pudiéramos hacer pero él era nuevo, solo llevaba unos pocos días y lo único que decía: – es imposible bajar al río por otro lado, la maleza tiene hasta 2.mts de altura y es muy peligroso –
-¿Ah sí? – le repliqué,  – pues ya veremos. ¿Tiene machete? ¿Nos acompaña? – le pregunté.
Creo que vio en mis ojos tanta fuerza que no le quedó más remedio que tomar la herramienta e ir con nosotras. El avanzaba de primero y unos metros más adelante, en frente de la espesa maleza, en una ladera empinada, se giró y con su mirada claramente me expresó un: se lo dije.

– Sí, está imposible- le respondí sin que el pronunciará palabra alguna. – entonces plan B, vamos a bajar por otra finca –

Nos fuimos de finca en finca, bajando al río por diferentes lugares, llamando a gritos a Lupe, pero sólo escuchábamos la fuerte corriente de agua y la gente de la zona diciendo que difícilmente podría salir de ahí. Aun así no perdíamos la esperanza.

Llegó la noche, recorrimos un tramo muy largo del río hasta llegar a una zona donde extraen arena, por lo que el río ya era una calmada piscina. – si llegó hasta aquí, debió pasar muerta- pensaba, mientras las lágrimas bajaban por mi rostro.

Ya sin voz de llamarla a gritos, sin aliento, sin linterna y con el corazón partido, nos rendimos y pusimos en marcha ya el Plan X después de haber agotado las demás letras el abecedario: esperar que alguien reportara su encuentro en la vereda.

Regresamos a Manizales. Mi sobrino de 3 años  abrazó a mi hermana y le dijo: – no llores mamá, la vamos a encontrar- con estas palabras nos fuimos todos a la cama.

Lupe sabía que yo era la alcahueta. Solo se subía a mi cama, me buscaba para la comida, para el parque, para sus caprichos o para dormir a mi lado y siempre conseguía lo que quería. Esa noche no fue la excepción.

Me quedé dormida de inmediato y tuve un sueño lúcido.

Lupe saltó a mi cama, entonces yo me senté y ella se me acercó para que la abrazara, poniendo esa mirada de ternura que enamora. La abracé, entendí que estaba viva, esperando por nosotros, así que le dije: – yo te voy a encontrar negrita – y desperté. En cuanto abrí los ojos no pude detener el llanto.
 
Ya amanecía, así que me levanté de inmediato, corrí a la ducha, me alisté, tomé las  llaves del carro y le dije a mi familia: – me voy a buscarla, si al medio día no la he encontrado me regreso, pero haré todo lo que esté a mi alcance porque no puedo quedar con esta sensación de que faltó hacer algo más – así que de nuevo estaba de regreso al río.

No podía dejar de pensar en el sueño, entonces llegó a mi mente ese momento en el que cerré los ojos y pedía una respuesta, una señal  frente a una situación que estaba viviendo.

– ¿Pero qué me está pasando?, ¿será esta la señal? – el llanto se detuvo de inmediato y ahora me invadía el asombro.
Si esto está pasando es por algo y si ese algo es una señal pues aquí te va otro mensaje: – perdón por ponerlo en duda, pero si esta es la confirmación a mi pregunta, si esta es la señal, permíteme encontrar a Lupe antes del mediodía y te prometo que me queda tan claro el mensaje que seguiré ese camino, sin importar lo que pase-
Así inicié de nuevo la búsqueda sola… Sola por unos minutos porque me mandaron un ángel para qué me ayudara.  (Ahí tienes una guía) Un joven que conocía la zona se ofreció para acompañarme en la búsqueda y yo  empezaba a creer.
Por horas caminamos por la montaña, sin lograr acceso al río porque todo el  bordeado eran  peñascos. Buscamos y buscamos, grité tan fuerte como podía, preguntamos a todas las personas con quienes nos encontrábamos en el camino y nada. Ni rastro. Lo único que escuchaba era el sonido de la fuerte corriente del río.

Se acercaba el medio día, ya nos estábamos regresando y en la parte alta de la montaña, me encontré con una canal amplia y profunda, hecha en cemento y que continuaba en bajada por la ladera hasta llegar al río. Se me ocurrió algo: – y si grito dentro de esta canal, será que el sonido llega más fuerte o hasta el río y tal vez Lupe así nos pueda escuchar- pensé. (Ahí tienes la semilla de una idea)
-¡Claro! El ruido del río no la deja escucharnos – asenté.

Así que saqué desde no sé dónde  los gritos más fuertes que podía lograr: – Luuuupeeeeeeee, Lupeeeeeeeee- y me levante.
Escuché el eco de mi voz bajando por la canal y seguido unos ladridos a lo lejos. El ángel y yo nos miramos de inmediato – ¿escuchaste?, esa es Lupe. Estoy segura – le dije. (Ahí tienes la confirmación).


Me volví a inclinar y está vez grité más y más fuerte su nombre. La respuesta fueron varios ladridos desesperados por ayuda y ahora no paraba de ladrar.
Entonces empezamos a correr buscando de dónde venía el llamado.

Me metí por la montaña ladera abajo, deslizándome, bajando sentada, como fuera, hasta que llegue al borde del precipicio y desde donde ya no podía avanzar más.
– Luupeee, negritaaa – volví a gritar.

Ella respondió  también casi ya sin voz, justo debajo de donde yo estaba parada.
-la encontré. La encontré-  gritaba al ángel. No podía parar de reír y gritarle aquí estoy negrita, te vamos a rescatar-
Llamé a  mi hermana quien una hora después llegó con refuerzos y empezamos con el plan aa, ab, ac y los que fueran necesarios para lograr sacarla de allí:
– vuelo con dron: plan fallido,
– bajar al río y luego ir subiendo entre las rocas: plan fallido,
– ingresar por el otro lado de la montaña: plan fallido.

Estábamos de nuevo todos en la cima de la  montaña, mojados, sucios, cansados y aún sin lograr nada. Hasta que 2 de ellos empezaron a gritar: – Lupe acaba de pasar caminado por la orilla del río-

No teníamos cómo asegurar que era Lupe y no otro perro, pero sólo sabíamos que el que fuera había que rescatarlo.
Yo pensaba que ellos ya estaban viendo visiones, era imposible; aun así me dije: – hay que seguir todas las señales, por ilógicas que me parezcan – entonces, ahí estábamos intentando de nuevo, pero esta vez  habían huellas húmedas de un perro sobre las rocas en la dirección hacia donde sabíamos estaba Lupe. Mi hermana y yo nos miramos extrañadas, tratábamos de avanzar… Pero todo esfuerzo era  sin éxito.

OK, nos queda el plan zz: llamar a los bomberos de Neira que eran los más cercanos. Para nuestra sorpresa, atendieron nuestra llamada de auxilio y al momento 2 de ellos estaban allí. Revisaron el caso, regresaron a la estación y volvieron con refuerzos y sus equipos. Quería abrazarlos a todos y solo repetíamos – gracias, gracias, gracias-.

 

Ya se oscurecía así que iniciaron el rescate. No era nada fácil el descenso, así que cruzamos al otro lado de la montaña por la carretera. Eso ya eran 40 minutos más de espera. De nuevo Equipos y al rescate. 1 de los bomberos empezó a cruzar el río y justo cuando iba en la mitad  empezó a llover, el río tomó más fuerza, la corriente volvió a ser intensa y el nivel del agua empezó a subir. Ya no se veía nada en medio de la oscuridad. Solo las luces de las linternas que se cruzaban entre los árboles y el río. El bombero también estaba en peligro.
Los bomberos empezaron a gritarse información para solucionar el momento, pero el ruido del agua no les  permitía escuchar nada. – ¿no tienen un radio o algo para comunicarse- preguntamos asombrados. – No, hacemos hasta lo imposible con lo poco que tenemos- respondieron. – ¿Y así salvan vidas? – pensé aturdida.

El Bombero 1 logró cruzar al otro lado y encontrarse con el perrito que allí estaba y que ya no ladraba más. Hizo señal de que ambos estaba bien. – Por este lado es muy riesgoso, ahora tenemos que rescatar a los 2: al perro y al Bombero- nos confirmaron los rescatistas. Así que de nuevo a la Patrulla, 40 minutos manejando y al otro lado de la montaña.

Equipos, abrazos, bendiciones, la mejor energía y solo nos quedaba a mi hermana y a mí, esperar en la oscuridad de la cima de la montaña.
Gritos, luces de linternas de lado a lado y la fe intensa era lo que se  cruzaba en cada minuto.


Eran ya un poco más de las 9 pm cuando escuchamos: – Vamos subiendo con ella-. Sonreímos, saltamos, nos abrazamos de felicidad y entre la oscuridad de la noche y la montaña salió Lupe moviendo su colita de lado a lado, sana y salva.
Mi hermana y yo nos lanzamos al suelo y la abrazamos llorando y dando gracias a los bomberos quienes respondieron con voz agitada: – ahora vamos por nuestro compañero-

Aún no cabe en mi mente como estas personas arriesgaron su vida por nuestra negrita, como el amor por lo que hacen cruza ríos y tempestades sin importar quien esté en peligro y lo que es más sorprendente aún, cómo lo logran a diario sin tener todo lo que necesitan a la mano.

Ahora veo un bombero, un rescatista, un médico o a quienes dan su vida por salvar a otros; los abrazo y les doy siempre gracias con los ojos aguados.

Ahora después de 1 año de este evento que me llevó a tomar una decisión de cambio, escribo estas palabras desde un avión, en cualquier punto del mundo a donde me dirijo aun siguiendo las señales.

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BI HIGUERA VIAJERA

3 comentarios

  1. Bibi qué historia tan conmovedora !!!! llore todo el tiempo, tu sabes cuanto he querido a Lupita 🐶♥️que hermoso desenlace , el más emotivo y maravilloso!!!🙏👍👏♥️🐶Los Ángeles existen y llegan en el momento indicado. Linda tu historia me encantó. Un abrazo fuerte y dale mil besitos a Lupe de mi parte . Simplemente espectacular

  2. Hola !!
    Lo leí completo y me llegó al alma, me sentí impotente en medio de la lectura, hasta lloré, que situación de impotencia.
    Amo mis perros y en general a todos, gracias por persistir en su búsqueda.
    Un gran abrazo y besos 😘 a Lupe!

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