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Te tengo una sorpresa, me dijo el tumaqueño. Sólo hay que sentarnos aquí en la playa del morro y vamos a esperar con calma. 
Fui notando con el pasar del tiempo que el agua que cubría la arena ya no estaba y cada vez la veía más lejos de mi. ¡Pero si no me he movido de aqíi! Es como si tuvieran una moto bomba escondida detrás de esa montaña, la cual  tiene  perforada un  arco rocoso en medio, que ha sido tallado por las mismas aguas que entran y salen a diario si parar;  esas mismas aguas que parecía se las estuvieran llevando para otro lugar; así que los niños empezaron a jugar en esa área aún húmeda, pero sin agua de mar.

No sólo era sorprendente como la marea bajaba, también lo era como poco a poco iba descubriendo lo que hace unos instantes estaba oculto bajo  sus aguas, dejándonos ver las caras ocultas de esa montaña de forma extraña que no todos tienen el lujo de conocer.

Es hora, me dijo, así que cruzamos  caminando por el arco que se convirtió en un portal. Pasamos por grandes rocas con petroglifos y con grabados realizados por la cultura Tumaco que habitaron esta zona, era increíble estar tocándolas, con tanta historia y ocultas porque la mayor parte del tiempo están sumergidas y son testigas de lo que pasa en las profundidades del mar. Ese mar que es tan generoso, que recuerda que alguna vez estuvieron siempre descubiertas, tal vez en lo que antes era una selva; así que las deja salir a respirar unas cuantas horas para que no olviden como es el mundo ahí afuera; como un pacto entre ellos.

Rocas talladas por los indígenas Tumaco

Llegamos a una playa en la que sólo había 4 personas. Ahora estábamos en la cara posterior de la montaña y nos encontramos de frente con una cueva inmensa y majestuosa donde los grabados sobre la roca ya eran más modernos: Estas son las firmas de mis padres, las hicieron cuando eran novios. Exclamó el Tumaqueño mientras tocaba la cueva rocosa.

La marea empezó a subir nuevamente, así que el regreso fue casi nadando.

Antes de la caída del sol, tomamos una lancha hacia Bocagrande. Un trayecto de aproximadamente 20 minutos que dejaba al descubierto los pescadores en sus barcas con un atardecer pacífico de fondo. Una vez se oscureció pude presenciar la magia de este lugar, una lluvia de estrellas fugaces y luminosas  en sus aguas que se generaba  al pasar la lancha a toda velocidad, ya que activaba el plancton y este iluminaba  el recorrido; como guiándonos hasta el paraíso. Era imposible no recordar la canción del Trío Martino: “Noches de Bocagrande, bajo la luna plateada, el mar bordando luceros en el filo de la playa”. En ese momento se convirtió en una de mis canciones preferidas.

Llegamos al hotel María del mar, el cual cuenta con cabañas en madera y  construcciones palafíticas que son típicas de la región. Les aseguro que allí se puede disfrutar de la más deliciosa gastronomía del pacífico colombiano.

Bocagrande es un lugar para enamorarse y suspirar al son de las marimbas,  recorrer  inmensas playas que ven nacer a diario cangrejos naranjas y azules, tortugas y que decir de la temporada de ballenas jorobadas.  Un lugar tan romántico que hasta  el cielo se une con el mar, el rio Mira se encuentra con el océano pacífico y donde es posible recorrer en Kayak  los manglares verdes, selvas húmedas y reservas naturales, que hacen desear quedarse meses  para poder recorrerlos todos.

El cielo se une con el mar

Es evidente por qué  a Tumaco se le llama  la Perla del Pacífico, tan preciosa y oculta a la vez. Su más grande tesoro es  su gente, afrodescendientes de  expresión natural y tan llena de Pacífico, de calidez, de alegría, de sabor, ese mismo sabor que hoy regresa a mi al recordar este viaje maravilloso y que por fortuna me arriesgué a realizar. Allí aprendí que toda aventura empieza con un si.

Si, volveré a Tumaco.

Datos importantes:

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Tumaco es un municipio del departamento de Nariño.

Fiestas: Carnaval del fuego en el mes de febrero.

@Bihiguera

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BI HIGUERA VIAJERA

3 comentarios

  1. Excelente, leer tus escritos me hizo regresar a eso que tu viste y viviste en donde construi y viví mi niñez, un caluroso saludo desde los Estados Unidos de America.
    Darwin

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