Parte II
Agra es una ciudad ubicada en el estado de Uttar Pradesh, India y a su alrededor viaja el rio Yamuna. Una ciudad tan importante en la historia de este país, que alguna vez llegó a ser su capital. La mayor parte de su población que se estima en aproximadamente 2 millones de habitantes, habla Hindi, pero en las calles también se escucha el Urdu e inglés.
Agra hoy continúa siendo importante, con la diferencia de que ahora es por la cantidad de visitantes que llegan para conocer el Taj Mahal, un mausoleo que ha sido por años símbolo del amor perpetuo. Fue construido por Shah Jahan, un príncipe que fue coronado rey y que a pesar de tener muchas esposas, su corazón le perteneció a una de ellas, quien era la preferida: Mumtaz Mahal.
La historia cuenta que fue amor a primera vista y para conquistarla le compró un costoso collar de diamantes que ella se probaba en el momento en que la vio. Después de este primer encuentro se tomaron 5 años para casarse y este tiempo pasó sin tan solo un encuentro. La boda se celebró en el año 1612 pero después de unos años más, Mumtaz Mahal perdió la vida en el parto de su 14º hija. El ya coronado rey Shah Jahan, ordenó construir el Taj Mahal en 1631 en memoria de su esposa y se necesitaron 20.000 personas para logar esta construcción que culminó en el año de 1653.
Esta obra es una de las joyas de la corona, por eso fue construida en mármol blanco y adornada con las más hermosas piedras traídas de diferentes lugares del mundo. Años después el rey cedió el trono a uno de sus hijos quien lo encarceló. Shah Jahan pidió tener un espejo en su celda para poder ver el reflejo del mausoleo de su amada y cuenta la historia que al momento de su muerte fue lo último que vio.
Partimos en la noche desde Nueva Delhi hacia Agra, para llegar justo antes del amanecer. Un trayecto que toma aproximadamente 3 horas por tierra. Nos hospedamos en casa de la familia Patni, un edificio antiguo que dejaba ver parte de su historia de lujos, con grandes habitaciones, tinas de mármol, corredores en su interior y en el que además de vivir allí, algunos de sus pisos estaban destinados al negocio familiar, una fábrica de artesanías para exportación.
La familia Patni no nos conocía, pero nos recibieron como si fuéramos amigos de toda la vida y en el primer encuentro nos dijo Montu Patni (Padre): “Llegaron justo a tiempo para ver la salida del sol”; así que nos pidió que lo siguiéramos hasta la terraza y yo como niña chiquita salí corriendo detrás de él y su esposa Surbhi. Subimos unos cuantos pisos hasta que nos encontramos con un espacio amplio y desolado que en su época fue una de las cocinas destinadas al rey.
Este espacio estaba enmarcado por muros bajos, con terminaciones curvas al estilo Indio. Aún estaba un poco oscuro, había una espesa bruma que no nos permitía ver muy lejos. De pronto empezó a subir el sol. Su luz nos dejó ver que habían micos alrededor de la terraza y al escucharnos allí se movieron con agilidad y rapidez. Me acerqué al borde de la terraza; el rio Yamuna cruzaba en frente, un viajero como nosotros que recorre el mundo para unirse a otras aguas. Encima del rio, se imponía la carrilera por la que justo pasaba el tren. La bruma seguía allí en el fondo; así que Montu nos dijo: “Detrás de esa neblina se encuentra el Taj Mahal”. ¡Fue emocionante! Vivo a más de 15.000 kilómetros de distancia y ahora estaba a tan solo unos cuantos metros.
La mejor forma para llegar al mausoleo es en bici-taxi, moto-taxi o también esta la opción de tomar un carruaje que es tirado por camellos. Quienes trabajan en la zona donde se toma este transporte pueden ofrecer sus servicios en cualquier idioma; somos tantos los visitantes de todo el mundo que los comerciantes aún sin estudio aprendieron diferentes idiomas para no perder ninguna oportunidad de vender artesanías, guías turísticas u ofrecer el servicio de transporte.
Nos encontramos de frente con una de las entradas, una construcción rojiza decorada con mármol blanco y flores dibujadas con piedras preciosas a su alrededor, con un arco principal en el centro por el que se cruzaba para encontrarse por fin con esta majestuosa obra de fondo y un jardín con caminos de agua que guían a todos hasta el centro del mausoleo, dedicado a Mumtaz.
Tal vez Sha Jahan quiso que todos los que viéramos esta construcción sintiéramos lo mismo que el sintió al ver a su amada por primera vez; me pasó corriente por el cuerpo como un rayo de energía que me hizo sacudirme involuntariamente, mi corazón se aceleró y tenía toda mi piel con la textura de una naranja. Me quedé inmóvil por varios minutos y mi mirada se enfocaba en la perfección de sus detalles; casi sin parpadear. En ese instante se me olvidó de donde venía y el resto del mundo pasó desapercibido, como si estuviera sola con el Taj Mahal y sus dos protagonistas reunida. ¡Definitivamente eso fue amor a primera vista!. Namasté.
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