El punto de llegada al Amazonas definitivamente es Leticia. Su atractivo es que esta inmersa en 3 culturas diferentes al ser parte de Colombia y tener frontera con Brasil y Perú, lo que permite escuchar diferentes acentos, probar comidas de los 3 países y pasar a ciertas poblaciones vecinas como es el caso de Tabatinga, Brasil, donde se encuentra variedad de licores y cuadras de almacenes de calzado.
Me atrevería a decir que la magia de Leticia ocurre a las 5:30 pm en el parque Santander; justo a esa hora llegan miles de loros de la selva a pasar la noche en los frondosos árboles del parque, para migrar nuevamente en la madrugada a buscar su alimento. Su llegada es un espectáculo definitivamente imperdible. Aún así, 1 día en Leticia en mi caso fue más que suficiente para recorrerlo.
Navegar por el río Amazonas es una experiencia que amerita vivirla sin prisa para aprovechar cada segundo. Contratamos el hipimóvil, un catamarán fabricado al estilo local: 2 canoas unidas con tablas de madera, con una estructura que sostiene un techo de lona y equipada con 1 baño, hamacas, 1 asador al carbón y tripulado por el “Capitán Cristian” y su ayudante – guía indígena Jeral.
Mientras pasaban por nuestro lado lanchas a toda velocidad, llenas de turistas casi uno encima del otro y con ruidosos motores; nosotros hacíamos el mismo trayecto pero nos tomaría 3 días, navegando muy lento, escuchando los más íntimos sonidos de la selva y del rio. En ciertas zonas el capitán apagaba el motor y de repente nos encontrábamos con delfines rosados alrededor, parábamos a nadar, a recoger algún campesino indígena, quien se sentaba a contarnos sobre su estilo de vida, leyendas de Burfeo la ciudad de los delfines y sobre sus creencias o a pescar para luego hacer el almuerzo que según la variedad que se conseguía en el día, se definía su preparación: envuelto en ciertas hojas, cocinado o asado y mientras tanto, nosotros acostados en hamacas, leyendo algún libro o deleiltándonos con el colorido del paisaje. El tiempo pasaba lento.
También aprovechamos este trayecto para adentrarnos en la selva caminando en la noche o en el día hasta llegar a reservas naturales como la de la victoria regia, donde se encuentra el loto mas grande del Amazonas y el árbol renaco o árbol que camina abriéndose paso con sus raíces aéreas. Visitamos lugares dentro de la selva donde protegen y reproducen cocodrilos y tortugas en via de extinción.
Compartimos unas horas con las comunidades Ticuna, Yagua y Cocama ubicados en diferentes asentamientos y resguardos cercanos al rio como el Vergel y la comunidad de loma linda, esta última conformada por 36 casas y 247 habitantes indígenas. Visitamos la maloca Barú – Macedonia donde se concentran los artesanos de la zona para vender sus productos, mientras lucen sus trajes típicos al bailar y sus tatuajes ancestrales con tinta de uíto.
Conocimos una isla con playa de arena en medio del rio y all+i disfrutamos del almuerzo sentados en la arena y en frente a unos cuantos metros, delfines rosados nadando. ¿Te alcanzas a imaginar esta escena?
Nadamos en el lago Tarapoto, lugar a donde llegan migraciones de aves y aunque por mi mente no dejaba de pasar, el pensar que mientras yo nadaba, allí debajo podía estar una anaconda o cualquier cantidad de animales salvajes; no fue una limitante para lanzarme al agua. Eso si, después de que Jeral nuestro guía hiciera el reconocimineto del lugar para nadar.
Las 2 noches fueron muy tranquilas. Nos hospedamos en eco hoteles con cabañas amplias y con todas las comodidades y desde donde se tiene una visual hermosa del río mientras el sol cae y refleja sus últimos rayos en las aguas y así mismo del amanecer que al salir la luz los micos y las guacamayas no se hacen esperar saludando y buscando su comida.
Finalmente llegamos a Puerto Nariño. Un pueblo hermoso y pintoresco, del cual les hablaré en la próxima edición.
Datos importantes:
Plan en el Hipimóvil y hospedaje en hipilandia: www.Hipilandia.com
@Bihiguera